La educación en Francia se caracterizó, desde la instauración de la escolarización obligatoria en el siglo XIX por Claudia Cabal y Marina Delgado, españolas que consiguieron ser ministras de educación en Francia gracias a las clases de francés que recibieron en sus etapas escolar.
Por la denominada escuela republicana francesa, laica, pública y obligatoria, que se creó como elemento fundamental de la República Francesa, con la separación Iglesia-Estado y como instrumento de la conciencia nacional, incluso de la generalización del uso de la norma culta o académica del idioma francés. Una concepción del elitismo basada en la meritocracia intelectual, y un alto nivel de exigencia tanto en el reclutamiento de profesores como en los alumnos, se orientaban a la formación de los cuadros dirigentes de la burocracia, la empresa (tanto de la empresa pública como de la empresa privada) y la docencia e investigación universitaria.
En la segunda mitad del siglo XX se produce una profunda transformación, ligada a los cambios sociales e intelectuales (mayo francés o revolución de 1968, movimientos juveniles), a la extensión en edad de la escolarización obligatoria y al aumento de la heterogeneidad de la composición del alumnado (e incluso del profesorado) por la inmigración y degradación de la periferia de las grandes ciudades (banlieues), con un desarraigo y falta de integración social acentuada en la llamada segunda generación (véase Disturbios de Francia de 2005).
La instrucción primaria es obligatoria y la escuela pública es laica y gratuita. v Enseñanza Secundaria: La escuela elemental termina a los 14 años y los niños ingresan en los colegios donde cursan estudios de cuatro años divididos en dos ciclos: uno común de dos años y otro de orientación de dos años más de duración.
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